“No se puede poner un trozo de tela nueva en una ropa vieja, porque entonces la tela nueva rompe la vieja y se hace una rasgadura mayor”
de Aurora Boreal, Asa Larsson
*Esta receta es válida tanto para quienes tienen previsto salir de casa como para quienes se quedan.
Ingredientes:
Un espejo, un lápiz,… y su corazón.
Preparación:
Vístase con sus mejores galas, sean éstas ropa, sentimientos ó razón. Busque un espejo al que mirar, a ser posible de cuerpo entero, que no presente… Tome un lápiz y anote en el frontal de su corazón todos los posibles desperfectos que usted observe,…una mirada triste, una sonrisa vacía, una mano sin tacto, un olfato sin olor, un oído que no escucha, un sexto sentido que no pasó de quinto curso, un sentido común que se quedó estrecho, un rasguño en el alma que no cicatrizó, una soledad sin compañía…Al otro lado del “reloj”, en su cara oculta, anote con esmero los posibles de admiración,…su anhelo de seguir, la alegría que produce su voz, la luz que devuelve su retina, la sonrisa que transmite su alma, la compañía a solas, lo necesario que es usted…y lo que aún le queda por ofrecer.
Cuando suene el carrillón no es necesario que haga propósitos…suelen quedar ahí, y eso provoca tensión.
Al terminar la velada vuelva al espejo, si lo que ve es lo que grabó a la espalda eso es…que le dio un vuelco el corazón, y no dolió, porque con su “ropa vieja” lo envolvió.
…esta receta hay que seguirla al pie de la letra, pues se corre el riesgo de olvidar la segunda visita al azogue, y al despertar podemos descubrir que aún… seguimos siendo como somos, lo cual tampoco está nada mal, al fin y al cabo fue una jornada más…
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