Cuentan los científicos que somos memoria. Que nuestros recuerdos nos hacen, que sin ellos no seríamos. También aseguran que, cuando recordamos, sólo una parte de ese recuerdo se ajusta a la realidad que fue, la otra parte la aportamos nosotros con nuestra particular experiencia que hemos ido adquiriendo en nuestro devenir diario, de forma que los recuerdos se van transformando día a día, y experiencias compartidas por varias personas pueden ser recordadas de forma muy distinta por cada una de ellas. Por eso al escribir este recordatorio, evitaré decir “recuerdo que…”
“Creo recordar que” cuando era niño la esfera de mi reloj no tenía manecillas ni números. Mis ilusiones marcaban los tiempos, mis sueños hacían el tic-tac, mi imaginación vivía a su ritmo y yo era fantasía. Las ventanas estaban abiertas a la alegría, aunque…creo recordar, que en alguna que otra ocasión se colaba eso que era tan distinto…, sí eso, la melancolía,…es que cuando niño no sabía.
La vacación en la escuela abría las puertas a la Navidad, y en mi alma se abría un sendero hacia momentos mágicos, anotados y subrayados en mi agenda de futuro…Nochebuena,…¿cuánto queda mamá?… ¿Nochevieja, qué será?,…(yo no entendía de relojes)…¡¡Reyes Magos!!…¿por dónde vienen ya?…
“Creo recordar” que fui haciéndome mayor, por la ventana asomaba cada vez más aquello tan distinto, casi creamos amistad, pero se llevó mi reloj de ilusiones,…mas todavía tengo recursos, y por soñar que no quede, hoy encuentro resonancias de aquello que “creo recordar” y quiero preguntar a todos…¡¡Reyes Magos!!…¿por dónde vienen ya?…
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