Ingredientes:

Un perchero, un abrigo con grandes bolsillos, una chistera.

Preparación:

Al entrar en la casa familiar, busque el perchero. Despójese de su abrigo y cuélguelo en aquél, no sin antes comprobar que en sus bolsillos ha dejado aparcada su Tristeza, su mal humor, su desazón del día a día, su soledad, sus sinsabores, su melancolía (de esta última es conveniente reservarse una pizquita, viene bien para rebajar grandes euforias que puedan ser dañinas para el equilibrio…emocional).

Asegúrese de haber sacado previamente de su abrigo su mejor y sincera sonrisa, sus deseos de acompañar y sentirse acompañado, su atenta mirada, su fuerte abrazo, sus besos afortunados, sus caricias para almas delicadas, su voraz apetito de dulzura, su deseo de un trago de risa, su recuerdo para los ausentes sin dejarse llevar a la deriva, su desafinado canto, sus palabras de ternura, su polaroid mental para los recuerdos huidizos, su corazón con velcro para fijar las emociones, su atento oído para escuchar las palabras que no se dicen, sus hábiles manos para descorchar corazones callados,…

Conviértase en mago…destóquese de su chistera, y…haga salir de ella a la buena persona que es usted.

Muévase en torno a todo y a todos, cumpla su sueño de buscador de tesoros, seguro que no es necesario cavar mucho, a veces basta con mirar a los ojos…

Para terminar la elaboración, no olvide despedirse de todos y cada uno, como si fuese la última vez que se verán,…no fije una nueva fecha,…ésta llegará por sí misma. Recoja su abrigo del perchero, es muy posible que pese menos,…pálpese los bolsillos,…aquello que inicialmente dejó, quizá se marchó. Por favor, asegúrese bien de que los otros también llevan sus bolsillos vacíos…

Agite su chistera a modo de despedida, vuelva a tocarse con ella, y…si es posible y no supone un gran esfuerzo para usted, no espere a que vuelva a ser Nochebuena para volver a destocarse,…

este plato se puede servir a diario.

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