Amigo… ¿solo en Navidad?

Tuve un amigo. Muchos años sin vernos. Alguna llamada esporádica. Rumbos
con distinta deriva,…suele ocurrir. Su opción de vida fue aceptar la soledad como
principio de compromiso hacia los demás. Estaba solo, vivía solo, pensaba solo, era
libre de pensamiento y palabra, pero creo que un poco esclavo de sí mismo y sus
convicciones. Ayudaba, era su deber congénito, más allá de su propia salud.

Una de esas llamadas inesperadas provocó el reencuentro. Fue poco antes
de una Navidad. Vemos el paso del tiempo en el espejo que es el otro…pero
curiosamente las palabras surgieron como si ayer fuese hoy, no hubo intermediarios
ni fueron necesarios intérpretes. Un café, habló, yo escuché. Se encontraba
mal,…físicamente…un corazón muy debilitado, y emocionalmente…ese mismo
corazón tan debilitado. Sabía que pronto se marcharía, pero no renunciaba a las
obligaciones creadas y quería dejar todo claro antes de partir.

No fue un compromiso navideño. Algo hubo que trascendió el encuentro. A partir de
ahí nació un hábito,…hablar. Todas las noches una llamada, una conversación del
día. A veces yo no podía contestar, otras no me encontraba para contestar…mensaje
metálico…¿dónde estáis? decía,…y para qué pregunto?…qué más da…sólo quería
desearos buenas noches,…y ya está…ya me siento feliz…que estrenéis siempre el
nuevo día. Hasta mañana,…se despedía.

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